Leonardo Boff
29 September 2013
There is broad awareness of the many innovations that Pope Francis, the Bishop of Rome, as he likes to be called, has introduced in papal behavior and in his style of presiding over the Church, with tenderness, comprehension, dialogue and compassion. More than a few are perplexed, because they were accustomed to the classic style of the popes, forgetting that it is a style handed down from the pagan Roman emperors, from the name «Pope» to that richly adorned cape on their shoulders, the muceta, the symbol of absolute imperial power, which Francis promptly rejected.
We must remember once again that the present Pope comes from the periphery of the central European Church. He has a different ecclesiastical experience, with new customs and with a different way of experiencing the world and its contradictions. As he consciously expressed it in his lengthy interview with the Jesuit magazine, Civilta Catolica: «The young Churches have developed a synthesis of faith, culture and the life hereafter, which therefore is different from that developed by the older Churches». They are not characterized by change, but by stability and it is hard for them to incorporate new elements coming from the modern secular and democratic culture.
Here Pope Francis emphasizes the difference. He has the consciousness that he comes from a different manner of being Church, which has matured in the Third World. The Third World is characterized by profound social injustices, by the absurd number of favelas, shanty towns, that surround almost every city, by the always despised native cultures, and by the legacy of slavery shadowing the afro-descendants, who are subjected to great discrimination. The Church understands that, besides her specific religious mission, she cannot avoid her urgent social mission: to stand with the weak and oppressed, and to struggle for their liberation. In several gatherings the Bishops of the Latin-American and Caribbean continent, (CELAM), developed the preferential option for the poor in challenging their poverty, and the liberating evangelization.
Pope Francis comes from this ecclesiastical and cultural breeding ground. Here, in the Third World, these options, with their theological reflections, with their form of living the faith in community networks and with celebrations that incorporate the popular style of praying to God, are obvious matters. But they are not so for Christians of the old European Christianity, who are filled with traditions, theologies, cathedrals and a sense of the world impregnated with the Greek-Roman-Germanic culture in the articulation of the Christian message. Because the Pope comes from a Church that gave centrality to the poor, he first visited the refugees in the Isle of Lampedusa, continued with the Jesuit center in Rome, and then the unemployed in Corsica. It is natural for him, but it is almost a «scandal» for the Roman curia, and unprecedented to other European Christians. The option for the poor reaffirmed by the last Popes was purely rhetorical and conceptual. There was no real encounter with the poor and with those who suffer. Francis does exactly the opposite: the good news is affective and effective praxis.
Perhaps these words by Francis clarify his style of living and of seeing the mission of the Church: «I see the Church as a field hospital after a battle. It is useless to ask a gravely wounded soldier if his cholesterol and blood sugar are high. First the wounds must be healed, then we can talk of the rest». «The Church, --Pope Francis continues--, often focuses on small things, on petty precepts. The most important, much better, is to first announce: "Jesus saved you". For this, the ministers of the Church must in the first place be ministers of mercy. The structural and organizational reforms are secondary, that is, they come later. Therefore, the first reform must be the reform of attitude». «The ministers of the Gospel must be capable of warming people's hearts, of walking with them in the night, knowing how to dialogue, and also being able to enter their night, their obscurity, without getting lost». «The people of God –Pope Francis concludes– want pastors, not functionaries or clerics of the State». In Brazil, talking to the Bishops of Latin America, the Pope tasked them with forging a «revolution of tenderness».
Therefore, centrality is not given to doctrine and discipline, so dominant lately, but to humans, and their searches and inquires, be they believers or not, as Pope Francis showed in his dialogue with Eugenio Scalfari, the former editor of the Roman daily, La Repubblica, who himself is a non-believer. These are new winds that blow from the new peripheral Churches, touching the whole Church. Spring is really coming, filled with promises.
Free translation from the Spanish sent by
Melina Alfaro, alfaro_melina@yahoo.com.ar,
done at REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas, EE.UU.
International Movement We Are Church
Tuesday, October 8, 2013
With Pope Francis, the Third World has come to the Vatican
Con el Papa Francisco, el Tercer Mundo en el Vaticano
Leonardo Boff
2013-09-29
Son conocidas las muchas innovaciones que el Papa Francisco, el obispo de Roma como le gusta que le llamen, ha introducido en los hábitos papales y en el estilo de presidir la Iglesia, en la ternura, la comprensión, el diálogo y la compasión. No son pocos los que están perplejos, porque estaban acostumbrados al estilo clásico de los papas, olvidando que es un estilo heredado de los emperadores romanos paganos, desde el nombre de «Papa» a esa capa sobre los hombros ricamente adornada, la muceta, símbolo el poder imperial absoluto, rechazada rápidamente por Francisco.
Hay que recordar una vez más que el actual Papa viene de la periferia de la Iglesia central europea. Tiene otra experiencia eclesial, con nuevas costumbres y otra forma de sentir el mundo con sus contradicciones. Conscientemente lo ha expresado en su larga entrevista a la revista jesuita Civiltà Católica: «Las Iglesias jóvenes desarrollan una síntesis de fe, cultura y vida en devenir, y por lo tanto diferente de la desarrollada por las Iglesias más antiguas». Éstas, no están marcadas por el cambio sino por la estabilidad y les cuesta incorporar nuevos elementos provenientes de la cultura moderna secular y democrática.
Aquí el Papa Francisco have hincapié en la diferencia. Tiene conciencia que viene de otra manera de ser Iglesia, madurada en el Tercer Mundo. Este se caracteriza por profundas injusticias sociales, por el número absurdo de favelas que rodean casi todas las ciudades, por las culturas autóctonas siempre despreciadas y por el legado de la esclavitud de los afrodescendientes, sometidos a grandes discriminaciones. La Iglesia entiende que, además de su misión religiosa específica, no puede eludir una misión social urgente: ponerse del lado de los débiles y de los oprimidos y luchar por su liberación. En varias reuniones los obispos continentales de América Latina y del Caribe (CELAM) maduraron la opción preferencial por los pobres contra su pobreza y la evangelización liberadora.
El Papa Francisco viene de este caldo eclesial y cultural. Aquí, estas opciones con sus reflexiones teológicas, con su forma de vivir la fe en redes de comunidades y con celebraciones que incorporan el estilo popular de orar a Dios, son cosas evidentes. Pero no lo son para los cristianos de la vieja cristiandad europea, llena de tradiciones, teologías, catedrales y un sentido del mundo impregnado de la cultura greco-romana- germánica en la articulación del mensaje cristiano. El Papa por venir de una Iglesia que dio centralidad a los pobres visitó primero a los primeros refugiados en la isla de Lampedusa, a continuación, en el centro de los jesuitas en Roma y luego a los desempleados en Córcega. Es natural para él, pero es casi un «escándalo» para la curia y sin precedentes para otros cristianos europeos. La opción por los pobres reafirmada por los últimos Papas era sólo retórica y conceptual. No había un encuentro real con los pobres y los que sufren. Francisco have exactamente lo contrario: el anuncio es práctica afectiva y efectiva.
Tal vez estas palabras de Francisco aclaren su manera de vivir y de ver la misión de la Iglesia: «Veo la Iglesia como un hospital de campaña después de una batalla. Es inútil ponerse a preguntar a un herido de gravedad si tiene el colesterol y la glucosa altos. Primero hay que curar las heridas, luego se puede hablar de lo demás». «La Iglesia –continúa– a veces se cierra en las pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Lo más importante, más bien, es el anuncio primero: "Jesús te salvó". Por eso, los ministros de la Iglesia, en primer lugar, deben ser ministros de la misericordia y las reformas estructurales y de organización son secundarias, es decir, vienen después, por tanto la primera reforma debe ser la de la actitud». Los ministros del Evangelio deben ser capaces de calentar los corazones de las personas, caminando con ellas en la noche, saber dialogar y también entrar en la noche de ellas, en su oscuridad sin perderse». «El pueblo de Dios –concluye– quiere pastores y no funcionarios o clérigos de Estado». En Brasil, hablando a los obispos de América Latina les pidió hacer la «revolución de la ternura».
La centralidad, por lo tanto, no está ocupada por la doctrina y la disciplina, tan dominantes en los últimos tiempos, sino por la persona humana y en sus búsquedas e indagaciones, sea o no sea creyente, como lo demostró en el diálogo con el ex editor del diario romano La Repubblica, Eugenio Scalfari, una persona no creyente. Son nuevos aires que soplan desde las nuevas iglesias periféricas aireando toda la Iglesia. La primavera realmente está llegando, llena de promesas.
Wednesday, October 2, 2013
Carta Pública al Papa Francisco: una Asamblea por la vida en la Tierra
Carísimo Papa Francisco,
Nosotros, los cristianos abajo firmantes, así como personas de otras religiones y personas de buena voluntad, le dirigimos esta carta pública con una petición muy especial. Nos gustaría que Usted convocase un evento global, como una Asamblea, para la defensa de la vida en la Tierra.
Hoy la vida está herida de muerte por el hambre (900 millones de personas en el mundo), por la sed (1200 millones de personas no tienen agua limpia para beber todos los días y 2400 millones carecen de saneamiento básico), por las guerras, por la destrucción del medio ambiente (suelos, agua, biodiversidad, aire) y, sobre todo, se cierne sobre la humanidad y sobre todas las formas de vida la amenaza asombrosa de los cambios climáticos. Como dice el Documento de Aparecida, estamos atravesando no solo una época de cambio, sino un cambio de época (DAp 44). Una sociedad consumista y depredadora como la actual no es futuro para el conjunto de lahumanidad.
Cuando Dios creó el mundo entregó la Tierra a los hombres y mujeres para que nosotros “la cultivásemos y guardásemos” (Gen 2,15). Después del diluvio, cuando Noé salió del Arca con sus familiares y todos los animales que estaban en ella, Dios hizo con ellos una alianza primordial, diciendo: “por mi parte voy a establecer una alianza contigo y con tu descendencia, con todos los seres vivos que están con vosotros, aves, animales domésticos y salvajes, en fin, con todos los animales de la Tierra que salieron con vosotros del arca” (Gen 9, 9-10). El propio apóstol Pablo nos dice que “también la misma creación espera ser liberada de la esclavitud de la corrupción, en vista de la libertad que es la gloria de los hijos de Dios” (Rom 8, 21). Por tanto, Dios ama todo lo que ha creado y nos ha dado el mandamiento de cuidar de su creación.
Los pueblos tradicionales y originarios y, últimamente, los científicos han denunciado que todas las formas de vida corren peligro sobre la faz de la Tierra. Sin embargo, no existe una respuesta a la altura del desafío de este momento de la historia por parte del mundo político y económico. Como Usted mismo ha dicho, no podemos aceptar pasivamente la globalización de la indiferencia.
Usted tiene autoridad moral y espiritual ante toda la humanidad para convocarla a este urgente debate y aún más urgentes acciones. Le hacemos esta petición como una forma de contribuir a la efectividad de sus gestos, los cuales nos interpelan a una postura de cuidado y de protección de la vida amenazada. Gestos estos expresados en la ida a Lampedusa, en la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil, en la visita a los inmigrantes en Italia, o en el ayuno contra las guerras. En caso de que usted convoque una Asamblea para defender la vida en su plenitud, no sólo para oír a los especialistas, sino también a los pueblos originarios impactados por la destrucción de su ambiente, a los afectados y refugiados por los cambios climáticos, a las víctimas del hambre y de la sed, ciertamente gran parte de la humanidad atenderá con prontitud este llamamiento.
Es lo que los abajo firmantes también esperamos. Con respeto y un abrazo fraterno, en el espíritu de san Francisco de Asís, en comunión con todas las formas de vida y toda la humanidad, confirmamos nuestra petición.
Brasilia-DF, 16 de septiembre de 2013
o
directamente en el link de avaaz http://www.avaaz.org/po/petition/Convocacao_para_a_defesa_da_vida_na_Terra_Carta_Publica_ao_Papa_Francisco/?wjKSWdb
An Open Letter to Pope Francis: an Assembly for Life on Earth
Dearest Pope Francis,
We, the undersigned Christians, as well as persons of other religions and persons of good will, address this Open Letter to You, with a very special petition. We would like You to call a global event, such as an Assembly, in defense of life on Earth.
Today life is mortally wounded: by hunger (900 million people worldwide), by thirst (1200 million persons do not have clean water to drink every day, and 2400 million lack basic sanitation), by war, by the destruction of the environment (the soil, water, biodiversity, air) and, above all, humanity and all forms of life are threatened by astonishing climate changes. As the Aparecida Document says, we are experiencing not only an epoch of changes, but a change of epoch (DAp 44). A consumerist and predatory society such as at present holds no future for humanity as a whole.
When creating the world, God gave the Earth to men and women for us “to cultivate it and to guard it” (Gen 2,15). After the Flood, when Noah left the Ark with his family and all the animals that were there, God made with them a primordial alliance, saying: “For my part, I will establish a covenant with you, and with your descendents; with every living creature that is with you, with the birds, the domestic and wild animals. In sum, with all the animals of the Earth that leave the ark with you” (Gen 9, 9-10). Apostle Paul himself tells us that “creation itself awaits liberation from the bondage of corruption into the freedom that is the glory of the children of God” (Rom 8, 21). Thus, God loves all that God has created and has commanded us to care for this divine creation.
The traditional and original peoples and, lately, the scientists, have warned that all forms of life on the face of the Earth are in danger. Yet, there exists no response from the political and economic world that is equal to the challenge of this historical moment. As You, Yourself, have said, we cannot passively accept the globalization of indifference.
You have the moral and spiritual authority with all of humanity to call it to this urgent debate and even more urgently needed actions. We petition you as a means of contributing to the effectiveness of your gestures, which call us to care for and protect life under threat. You expressed these gestures on the way to Lampedusa, during the World Gathering of Youth in Brazil, in your visit with the immigrants in Italy, and in the fast against war. If You do call an Assembly to defend life in its plenitude, listen not only to the specialists, but also to the original peoples impacted by the destruction of their environment, to those affected by, and refugees from, climate change, to the victims of hunger and thirst. Certainly, a great part of humanity will promptly heed this call.
This is what we, the undersigned, also wish. With respect and a fraternal embrace, in the spirit of Saint Francis of Assisi, in communion with all forms of life and all of humanity, we confirm our petition.
Brasilia-DF, September 16, 2013
or, directly in the link of avaaz http://www.avaaz.org/po/petition/Convocacao_para_a_defesa_da_vida_na_Terra_Carta_Publica_ao_Papa_Francisco/?wjKSWdb
Monday, September 30, 2013
Desafío para el Papa Francisco: asumir plenamente la humanidad
2013-09-15
Como comentario a una entrevista que me hizo el periódico La Libre Belgique del 9 de agosto de 2013, un lector (Marc Den Doncker) escribió estas palabras que considero dignas de reflexión. Dice:
«El buen Papa Francisco anuncia francamente una revolución en la línea de una humanidad más plenamente humana. El papa dice: “si alguien es un homosexual que busca a Dios y es de buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?” Bien pudiera ser que, dentro de algún tiempo, el Papa exprese amor por una persona homosexual que no busca Dios, pero que a pesar de todo es alguien de buena voluntad. Ahí estaría la influencia del Espíritu Santo». Continúa el comentario:
«Bien pudiera ser que, dentro de algún tiempo, el buen papa Francisco reflexione muy en lo profundo de su corazón sobre una pobre mujer que se perfora con una aguja de tejer para librarse de un feto, fruto de un violento estupro, porque ya no aguanta más y se encuentra desesperada. Y que el buen Dios, en su infinita bondad, haga entender al buen Papa Francisco la situación desesperada de esta mujer que llena de profunda consternación desea morir. Bien pudiera ser que el buen Dios, en su infinita bondad, comprenda que una pareja que decidió no tener más hijos, utilice tranquilamente la píldora. Y bien pudiera ser que el buen Dios, en su infinita bondad, suscite la conciencia de que la mujer goza de la misma igualdad y dignidad que el hombre».
«Me desgarro interiormente –prosigue el comentarista– con la gran cantidad de hechos trágicos que la vida nos da día tras día. Ante esta situación real, ¿estaría la Iglesia dispuesta a deslizarse por un camino resbaladizo pero en dirección a una humanidad plenamente asumida, animada por el Espíritu Santo, que no tiene nada que ver con principios y casuismos que acaban matando el amor al prójimo? Es preciso esperar». Sí, llenos de confianza, esperaremos.
De hecho, no pocas autoridades eclesiásticas, papas, cardenales, obispos y curas, con dignas excepciones, perdieron, en gran parte, el buen sentido de las cosas; olvidaron la imagen del Dios de Jesucristo, al que llama dulcemente Abba, Papá querido. Ese Dios suyo mostró dimensiones maternas al esperar al hijo extraviado por el vicio, al buscar la moneda perdida en la casa, al recogernos a nosotros bajo sus alas como have la gallina con sus polluelos. Su característica principal es el amor incondicional y la misericordia sin límites pues “Él ama a los ingratos y malos y da el sol y la lluvia a buenos y a malos” como nos dicen los Evangelios.
Para Jesús no basta ser bueno como el hijo file que se quedó en la casa del padre y seguía todas sus órdenes. Tenemos que ser compasivos y misericordiosos con los que caen y quedan perdidos en el camino. Al único que Jesús criticó fue a ese hijo bueno pero que no tuvo compasión y no supo acoger a su hermano que estaba perdido y volvía a casa.
El Papa Francisco al hablar a los obispos en Río les encargó la «revolución de la ternura» y una capacidad ilimitada de comprensión y de misericordia.
Seguramente muchos obispos y curas deben estar en crisis, urgidos a enfrentarse a este desafío de la «revolución de la ternura». Deben cambiar radicalmente el estilo de relación con el pueblo: nada burocrático y frío, sino cálido, sencillo y lleno de cariño.
Este era el estilo del buen Papa Juan XXIII. Hay un hecho curioso que revela cómo entendía las doctrinas y la importancia del encuentro cordial con las personas. ¿Qué cuenta más: el amor o la ley? ¿Los dogmas o el encuentro cordial?
Giuseppe Alberigo, laico de Bologna, extremadamente erudito y comprometido con la renovación de la Iglesia, fue uno de los mayores historiadores del Concilio Vaticano II (1962-1965). Su gran mérito fue haber publicado una edición crítica de todos los textos doctrinales oficiales de los papas y de los concilios desde los principios del cristianismo: el Conciliorum Oecumenicorum Decreta. Él mismo cuenta en Il Corriere di Bologna que el 16 de junio de 1967 viajó orgulloso a Roma para hacer entrega solemne al Papa Juan XXIII del voluminoso libro. Juan XXIII gentilmente tomó el libro en sus manos, se sentó en la silla pontificia, colocó tranquilamente el volumen en el suelo y puso ambos pies encima del famoso volumen.
Es un acto simbólico. Está bien que haya doctrinas y dogmas, pero las doctrinas y dogmas existen para sostener la fe, no para inhibirla, ni para servir de instrumento de encuadramiento de todos o de condenación.
Bien pudiera ser que el buen Papa Francisco se animara a hacer algo parecido especialmente con referencia al Derecho Canónico y a otros textos oficiales del Magisterio que poco ayudan a los fieles. En primer lugar viene la fe, el amor, el encuentro espiritual y la creación de esperanza para una humanidad aturdida por tantas decepciones y crisis. Después, las doctrinas. Ojalá el buen Dios, en su infinita bondad, conduzca al Papa Francisco en esta dirección con valentía y sencillez.
(Para quienes quieran verificar la información anterior, dejo aquí la fuente de referencia: Alberto Melloni, Introducción al libro Ángelo Giuseppe Roncalli, Giovanni XXIII. Agende del Pontefice 1958-1963, Instituto per le Scienze Religiose, Bologna 1978, p. VII).
Leonardo Boff
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A challenge to Pope Francis: to embrace all of humanity
Leonardo Boff
Theologian-Philosopher
Earthcharter Commission
Commenting on the August 9, 2013, interview of me by the newspaper, La Libre Belgique, a reader, Marc Den Doncker, wrote these words, that I consider worthy of reflection.
Den Doncker says:
«Good Pope Francis frankly announces a revolution in humanity, towards one that is more plainly human. The Pope says: “if a homosexual seeks God and is of good will, who am I to judge him?” How good it would be if, some day, the Pope expressed love for a homosexual who did not seek God, but who was still a person of good will. In that the influence of the Holy Ghost would be seen».
The commentary continues:
«How good it would be if, over time, good Pope Francis were to reflect deep in his heart about a poor woman who pierces herself with a needle to free herself from a fetus, the result of a violent rape, because she cannot take it anymore and is desperate. And that a benevolent God, in infinity divine mercy, allows good Pope Francis to understand the desperate situation of this woman, who is filled of a profound consternation and wants to die. How fine it would be if that good God, in infinite divine goodness, understood that a couple who had decided not to have more children, simply used the pill. And how good it would be if that good God, in infinite kindness, elicited the consciousness that a woman and a man enjoy the same equality and dignity».
«I cry inside –the commentator continues– at the huge number of tragic events that life gives us day after day. Facing this reality, would the Church be willing to proceed along a slippery path, but one leading towards a humanity totally embraced, animated by the Holy Spirit, that has no relation to the principles and moral philosophies that end up killing the love for the other? It is important to wait». Yes, filled with confidence, let us wait.
In fact, not a few ecclesiastic authorities, popes, cardinals, bishops and curates, with dignified exceptions, have lost, in great part, the good meaning of things; they forgot the image of the God of Jesus Christ, to whom He sweetly calls, Abba, my beloved Father. That God of His showed maternal dimensions when he waited for the son, led astray by vice, when he looked for the coin lost in the house, when he gathered us under his wings, as the hen gathers her chicks. His main characteristic is unconditional love and limitless mercy, because “He loves the ungrateful and the bad and lets the sun shine and the rain fall on the good and the bad”, as the Gospels tell us.
To Jesus, it is not enough to be good, as the faithful son who stayed in his father's house and followed all his commands. We must be compassionate and merciful with those who fall, and are lost on the way. Jesus criticized only the good son, who lacked compassion, and did not know how to welcome his brother who had been lost and was now returning home.
Pope Francis, talking to the bishops in Rio de Janeiro, urged them to embrace the «revolution of tenderness» and an unlimited capacity for understanding and mercy.
Surely many bishops and curates must be in crisis, when urged to confront the challenge of the «revolution of tenderness». They must radically change the style of relating to the people: not bureaucratic and cold, but warm, simple and filled with affection.
This was the style of good Pope John XXIII. A curious occurrence reveals how he understood doctrine, and the importance of cordial encounters with people. What is more important: love or the law? The dogmas or the cordial encounters?
Giuseppe Alberigo, a layman from Bologna, extremely erudite and committed to the renewal of the Church, was one of the primary historians of Vatican Council II (1962-1965). His great merit is having published a critical edition of all the official doctrinal texts of the popes and the councils from the beginning of Christianity: the Conciliorum Oecumenicorum Decreta. He himself relates in Il Corriere di Bologna that on June 16, 1967, he proudly went to Rome to solemnly present to Pope John XXIII this voluminous book. John XXIII gently took it in his hands, sat in the pontifical chair, carefully placed the volume on the floor, and put both feet on top of the famous book.
It was a symbolic act. It is good that there are doctrines and dogmas, but they exist to sustain the faith. Doctrines and dogmas exist neither to inhibit faith, nor to serve as an instrument of limitation or of condemnation.
How fine it would be if good Pope Francis did something like that, especially with reference to Canon Law and other official texts of the Magisterium that are of little help to the faithful. In first place is found faith, love, spiritual encounter and the creation of hope for a humanity stunned by so many deceptions and crises. Then come doctrines. Let's hope the good God, in infinite kindness, leads Pope Francis in this direction with courage and simplicity.
(For those who want to verify the foregoing, the reference source is: Alberto Melloni, introduction to the book, Ángelo Giuseppe Roncalli, Giovanni XXIII. Agende del Pontefice 1958-1963, Instituto per le Scienze Religiose, Bologna 1978, p. VII).
Leonardo Boff
09-15-2013
Free translation from the Spanish sent by
Melina Alfaro, alfaro_melina@yahoo.com.ar,
done at REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas, EE.UU.
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Tuesday, June 25, 2013
Être radicalement pauvre pour être pleinement frère
Leonardo Boff
Une des premières paroles du Pape François a été : "Comme je souhaiterais une Église pauvre pour les pauvres." Cet objectif est conforme à l’esprit de Saint François, qu’on appelle le Poverello, le pauvre d’Assise. Il n’avait pas la prétention de diriger une Église pauvre pour les pauvres, car ce n’était pas possible dans le régime de chrétienté où l’Église avait tout le pouvoir, mais je pense qu’il a créé autour de lui un mouvement et une communauté de pauvres avec les pauvres et comme les pauvres.
En termes d’analyse de classes sociales, François appartenait à la bourgeoisie locale prospère. Son père était un riche marchand de tissus. Jeune homme, il menait avec ses amis une vie de bohème – une jeunesse dorée – ils passaient leur temps à faire la fête et à chanter les sirventès des troubadours du sud de la France. Adulte il a affronté une crise existentielle grave. C’est du dedans de cette crise qu’ont surgi en lui une compassion inexplicable et un amour pour les pauvres, en particulier les lépreux, totalement mis au ban de la société, chassés hors de la ville. Il a quitté l’entreprise familiale, a choisi la pauvreté évangélique radicale et est allé vivre avec les lépreux. Jésus pauvre et crucifié et les pauvres bien réels furent les mobiles de son changement de vie. Il a passé deux ans dans la prière et la pénitence, jusqu’à ce qu’il entende un appel intérieur du Crucifié : "François, va réparer mon Église en ruines".
Il était difficile de comprendre qu’il ne s’agissait pas d’une mission matérielle, mais d’une mission spirituelle. Il partit sur les routes prêchant l’Évangile dans les villages, dans la langue du peuple. Et il le faisait avec tant de joie, de "grâce" et de force de conviction que cela a fasciné certains de ses anciens compagnons. En 1209, il a obtenu que le pape Innocent III approuve sa "folie évangélique". Le mouvement franciscain démarrait et en moins de vingt ans il comptait plus de cinq mille disciples. Quatre axes structurent le mouvement : l’amour passionné pour le Christ crucifié, l’amour tendre et fraternel envers les pauvres, la "dame pauvreté", une vraie simplicité et une grande humilité.
Laissons de côté les autres points et essayons de comprendre comment François a vu et vécu avec les pauvres. Il n’a rien fait pour les pauvres (une léproserie ou des œuvres d’assistance), mais il a beaucoup fait avec les pauvres, car cela faisait partie de la prédication de l’Évangile et il était avec eux quand il le pouvait, mais il a fait plus : il a vécu comme les pauvres. Il assumait leur vie, leurs habits, la besace, il soignait leurs blessures et mangeait avec eux. C’était un pauvre parmi les pauvres. Et s’il trouvait quelqu’un de plus pauvre que lui, il lui donnait une partie de ses vêtements pour être vraiment le plus pauvre des pauvres.
La pauvreté n’est pas un manque, mais la capacité à donner et redonner encore jusqu’à se priver de tout. Ce n’est pas un chemin d’ascèse, mais le moyen pour parvenir à une excellence incomparable : l’identification avec le Christ pauvre et avec les pauvres avec qui établir une relation de fraternité.
François avait senti que les possessions se dressent entre les personnes, les empêchent de se regarder les yeux dans les yeux et de se parler de cœur à cœur. Il y a des intérêts qui s’insinuent entre (inter-esse)les personnes et qui créent des obstacles à la fraternité. La pauvreté est l’effort continu pour enlever les richesses et les intérêts de toute nature parce que c’est de là que viendra la véritable fraternité. Être radicalement pauvre pour être pleinement frère, c’est le projet de François, d’où l’importance de la pauvreté radicale.
Il est vrai que l’extrême pauvreté était pénible et dure à vivre. Personne ne vit seulement d’expérience mystique. L’existence dans un corps et dans le monde pose des exigences qui ne peuvent être truquées. Comment humaniser la déshumanisation réelle qu’est ce genre de pauvreté? Les sources de l’époque témoignent que les frères ressemblaient "à des hommes des bois (des sauvages), qu’ils mangeaient très peu, marchaient pieds nus et s’habillaient de guenilles". Mais à la surprise de tout le monde, qu’ils ne perdaient jamais la joie et la bonne humeur.
Dans ce contexte d’extrême pauvreté, François donne de la valeur à la fraternité. La pauvreté de chacun est un défi pour l’autre, pour s’occuper de lui et lui donner l’aumône ou de travail, le minimum nécessaire, lui donner un abri et la sécurité. C’est ainsi que ‘l’avoir’ est remplacé dans sa prétention à assurer la sécurité et l’humanisation. François veut que chaque frère assume vis-à-vis de l’autre la mission de mère, parce que les mères savent comment prendre soin des autres, en particulier des malades. Seule la prise en charge mutuelle humanise l’existence comme l'a démontré M. Heidegger dans Être et Temps.
Pour ceux qui vivent sans aucune protection, la fraternité signifiait tout en fait. Le biographe Thomas de Celano décrit le bonheur et la joie au cœur de l’extrême pauvreté. Il a écrit : "pleins de nostalgie, ils cherchaient à se rencontrer et ils étaient heureux quand ils pouvaient être ensemble, l’éloignement était douloureux, le départ amer, la séparation triste." Le dépouillement total les ouvrait à profiter des beautés du monde, non pas parce qu’ils voulaient les avoir, seulement pour les goûter.
De nombreuses leçons peuvent être tirées de cette aventure spirituelle. Tenons-nous en à l’une d’elles : pour François, les relations humaines doivent toujours être construites à partir de ceux qui ne sont pas et qui n’ont pas la vision des puissants. Ils doivent être embrassés comme des frères. Seule une fraternité qui vient d’en bas et à partir de là englobe tout le monde, est vraiment humaine et est durable. L’Église que nous avons aujourd’hui ne sera jamais comme les pauvres. Mais elle peut être pour et avec les pauvres, comme le rêve le Pape François.
14-06-2013
Leonardo Boff - Brésil)
Notes :
http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=569 traduction : P. Collet
Une des premières paroles du Pape François a été : "Comme je souhaiterais une Église pauvre pour les pauvres." Cet objectif est conforme à l’esprit de Saint François, qu’on appelle le Poverello, le pauvre d’Assise. Il n’avait pas la prétention de diriger une Église pauvre pour les pauvres, car ce n’était pas possible dans le régime de chrétienté où l’Église avait tout le pouvoir, mais je pense qu’il a créé autour de lui un mouvement et une communauté de pauvres avec les pauvres et comme les pauvres.
En termes d’analyse de classes sociales, François appartenait à la bourgeoisie locale prospère. Son père était un riche marchand de tissus. Jeune homme, il menait avec ses amis une vie de bohème – une jeunesse dorée – ils passaient leur temps à faire la fête et à chanter les sirventès des troubadours du sud de la France. Adulte il a affronté une crise existentielle grave. C’est du dedans de cette crise qu’ont surgi en lui une compassion inexplicable et un amour pour les pauvres, en particulier les lépreux, totalement mis au ban de la société, chassés hors de la ville. Il a quitté l’entreprise familiale, a choisi la pauvreté évangélique radicale et est allé vivre avec les lépreux. Jésus pauvre et crucifié et les pauvres bien réels furent les mobiles de son changement de vie. Il a passé deux ans dans la prière et la pénitence, jusqu’à ce qu’il entende un appel intérieur du Crucifié : "François, va réparer mon Église en ruines".
Il était difficile de comprendre qu’il ne s’agissait pas d’une mission matérielle, mais d’une mission spirituelle. Il partit sur les routes prêchant l’Évangile dans les villages, dans la langue du peuple. Et il le faisait avec tant de joie, de "grâce" et de force de conviction que cela a fasciné certains de ses anciens compagnons. En 1209, il a obtenu que le pape Innocent III approuve sa "folie évangélique". Le mouvement franciscain démarrait et en moins de vingt ans il comptait plus de cinq mille disciples. Quatre axes structurent le mouvement : l’amour passionné pour le Christ crucifié, l’amour tendre et fraternel envers les pauvres, la "dame pauvreté", une vraie simplicité et une grande humilité.
Laissons de côté les autres points et essayons de comprendre comment François a vu et vécu avec les pauvres. Il n’a rien fait pour les pauvres (une léproserie ou des œuvres d’assistance), mais il a beaucoup fait avec les pauvres, car cela faisait partie de la prédication de l’Évangile et il était avec eux quand il le pouvait, mais il a fait plus : il a vécu comme les pauvres. Il assumait leur vie, leurs habits, la besace, il soignait leurs blessures et mangeait avec eux. C’était un pauvre parmi les pauvres. Et s’il trouvait quelqu’un de plus pauvre que lui, il lui donnait une partie de ses vêtements pour être vraiment le plus pauvre des pauvres.
La pauvreté n’est pas un manque, mais la capacité à donner et redonner encore jusqu’à se priver de tout. Ce n’est pas un chemin d’ascèse, mais le moyen pour parvenir à une excellence incomparable : l’identification avec le Christ pauvre et avec les pauvres avec qui établir une relation de fraternité.
François avait senti que les possessions se dressent entre les personnes, les empêchent de se regarder les yeux dans les yeux et de se parler de cœur à cœur. Il y a des intérêts qui s’insinuent entre (inter-esse)les personnes et qui créent des obstacles à la fraternité. La pauvreté est l’effort continu pour enlever les richesses et les intérêts de toute nature parce que c’est de là que viendra la véritable fraternité. Être radicalement pauvre pour être pleinement frère, c’est le projet de François, d’où l’importance de la pauvreté radicale.
Il est vrai que l’extrême pauvreté était pénible et dure à vivre. Personne ne vit seulement d’expérience mystique. L’existence dans un corps et dans le monde pose des exigences qui ne peuvent être truquées. Comment humaniser la déshumanisation réelle qu’est ce genre de pauvreté? Les sources de l’époque témoignent que les frères ressemblaient "à des hommes des bois (des sauvages), qu’ils mangeaient très peu, marchaient pieds nus et s’habillaient de guenilles". Mais à la surprise de tout le monde, qu’ils ne perdaient jamais la joie et la bonne humeur.
Dans ce contexte d’extrême pauvreté, François donne de la valeur à la fraternité. La pauvreté de chacun est un défi pour l’autre, pour s’occuper de lui et lui donner l’aumône ou de travail, le minimum nécessaire, lui donner un abri et la sécurité. C’est ainsi que ‘l’avoir’ est remplacé dans sa prétention à assurer la sécurité et l’humanisation. François veut que chaque frère assume vis-à-vis de l’autre la mission de mère, parce que les mères savent comment prendre soin des autres, en particulier des malades. Seule la prise en charge mutuelle humanise l’existence comme l'a démontré M. Heidegger dans Être et Temps.
Pour ceux qui vivent sans aucune protection, la fraternité signifiait tout en fait. Le biographe Thomas de Celano décrit le bonheur et la joie au cœur de l’extrême pauvreté. Il a écrit : "pleins de nostalgie, ils cherchaient à se rencontrer et ils étaient heureux quand ils pouvaient être ensemble, l’éloignement était douloureux, le départ amer, la séparation triste." Le dépouillement total les ouvrait à profiter des beautés du monde, non pas parce qu’ils voulaient les avoir, seulement pour les goûter.
De nombreuses leçons peuvent être tirées de cette aventure spirituelle. Tenons-nous en à l’une d’elles : pour François, les relations humaines doivent toujours être construites à partir de ceux qui ne sont pas et qui n’ont pas la vision des puissants. Ils doivent être embrassés comme des frères. Seule une fraternité qui vient d’en bas et à partir de là englobe tout le monde, est vraiment humaine et est durable. L’Église que nous avons aujourd’hui ne sera jamais comme les pauvres. Mais elle peut être pour et avec les pauvres, comme le rêve le Pape François.
14-06-2013
Leonardo Boff - Brésil)
Notes :
http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=569 traduction : P. Collet
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