Monday, September 30, 2013
Desafío para el Papa Francisco: asumir plenamente la humanidad
2013-09-15
Como comentario a una entrevista que me hizo el periódico La Libre Belgique del 9 de agosto de 2013, un lector (Marc Den Doncker) escribió estas palabras que considero dignas de reflexión. Dice:
«El buen Papa Francisco anuncia francamente una revolución en la línea de una humanidad más plenamente humana. El papa dice: “si alguien es un homosexual que busca a Dios y es de buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?” Bien pudiera ser que, dentro de algún tiempo, el Papa exprese amor por una persona homosexual que no busca Dios, pero que a pesar de todo es alguien de buena voluntad. Ahí estaría la influencia del Espíritu Santo». Continúa el comentario:
«Bien pudiera ser que, dentro de algún tiempo, el buen papa Francisco reflexione muy en lo profundo de su corazón sobre una pobre mujer que se perfora con una aguja de tejer para librarse de un feto, fruto de un violento estupro, porque ya no aguanta más y se encuentra desesperada. Y que el buen Dios, en su infinita bondad, haga entender al buen Papa Francisco la situación desesperada de esta mujer que llena de profunda consternación desea morir. Bien pudiera ser que el buen Dios, en su infinita bondad, comprenda que una pareja que decidió no tener más hijos, utilice tranquilamente la píldora. Y bien pudiera ser que el buen Dios, en su infinita bondad, suscite la conciencia de que la mujer goza de la misma igualdad y dignidad que el hombre».
«Me desgarro interiormente –prosigue el comentarista– con la gran cantidad de hechos trágicos que la vida nos da día tras día. Ante esta situación real, ¿estaría la Iglesia dispuesta a deslizarse por un camino resbaladizo pero en dirección a una humanidad plenamente asumida, animada por el Espíritu Santo, que no tiene nada que ver con principios y casuismos que acaban matando el amor al prójimo? Es preciso esperar». Sí, llenos de confianza, esperaremos.
De hecho, no pocas autoridades eclesiásticas, papas, cardenales, obispos y curas, con dignas excepciones, perdieron, en gran parte, el buen sentido de las cosas; olvidaron la imagen del Dios de Jesucristo, al que llama dulcemente Abba, Papá querido. Ese Dios suyo mostró dimensiones maternas al esperar al hijo extraviado por el vicio, al buscar la moneda perdida en la casa, al recogernos a nosotros bajo sus alas como have la gallina con sus polluelos. Su característica principal es el amor incondicional y la misericordia sin límites pues “Él ama a los ingratos y malos y da el sol y la lluvia a buenos y a malos” como nos dicen los Evangelios.
Para Jesús no basta ser bueno como el hijo file que se quedó en la casa del padre y seguía todas sus órdenes. Tenemos que ser compasivos y misericordiosos con los que caen y quedan perdidos en el camino. Al único que Jesús criticó fue a ese hijo bueno pero que no tuvo compasión y no supo acoger a su hermano que estaba perdido y volvía a casa.
El Papa Francisco al hablar a los obispos en Río les encargó la «revolución de la ternura» y una capacidad ilimitada de comprensión y de misericordia.
Seguramente muchos obispos y curas deben estar en crisis, urgidos a enfrentarse a este desafío de la «revolución de la ternura». Deben cambiar radicalmente el estilo de relación con el pueblo: nada burocrático y frío, sino cálido, sencillo y lleno de cariño.
Este era el estilo del buen Papa Juan XXIII. Hay un hecho curioso que revela cómo entendía las doctrinas y la importancia del encuentro cordial con las personas. ¿Qué cuenta más: el amor o la ley? ¿Los dogmas o el encuentro cordial?
Giuseppe Alberigo, laico de Bologna, extremadamente erudito y comprometido con la renovación de la Iglesia, fue uno de los mayores historiadores del Concilio Vaticano II (1962-1965). Su gran mérito fue haber publicado una edición crítica de todos los textos doctrinales oficiales de los papas y de los concilios desde los principios del cristianismo: el Conciliorum Oecumenicorum Decreta. Él mismo cuenta en Il Corriere di Bologna que el 16 de junio de 1967 viajó orgulloso a Roma para hacer entrega solemne al Papa Juan XXIII del voluminoso libro. Juan XXIII gentilmente tomó el libro en sus manos, se sentó en la silla pontificia, colocó tranquilamente el volumen en el suelo y puso ambos pies encima del famoso volumen.
Es un acto simbólico. Está bien que haya doctrinas y dogmas, pero las doctrinas y dogmas existen para sostener la fe, no para inhibirla, ni para servir de instrumento de encuadramiento de todos o de condenación.
Bien pudiera ser que el buen Papa Francisco se animara a hacer algo parecido especialmente con referencia al Derecho Canónico y a otros textos oficiales del Magisterio que poco ayudan a los fieles. En primer lugar viene la fe, el amor, el encuentro espiritual y la creación de esperanza para una humanidad aturdida por tantas decepciones y crisis. Después, las doctrinas. Ojalá el buen Dios, en su infinita bondad, conduzca al Papa Francisco en esta dirección con valentía y sencillez.
(Para quienes quieran verificar la información anterior, dejo aquí la fuente de referencia: Alberto Melloni, Introducción al libro Ángelo Giuseppe Roncalli, Giovanni XXIII. Agende del Pontefice 1958-1963, Instituto per le Scienze Religiose, Bologna 1978, p. VII).
Leonardo Boff
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A challenge to Pope Francis: to embrace all of humanity
Leonardo Boff
Theologian-Philosopher
Earthcharter Commission
Commenting on the August 9, 2013, interview of me by the newspaper, La Libre Belgique, a reader, Marc Den Doncker, wrote these words, that I consider worthy of reflection.
Den Doncker says:
«Good Pope Francis frankly announces a revolution in humanity, towards one that is more plainly human. The Pope says: “if a homosexual seeks God and is of good will, who am I to judge him?” How good it would be if, some day, the Pope expressed love for a homosexual who did not seek God, but who was still a person of good will. In that the influence of the Holy Ghost would be seen».
The commentary continues:
«How good it would be if, over time, good Pope Francis were to reflect deep in his heart about a poor woman who pierces herself with a needle to free herself from a fetus, the result of a violent rape, because she cannot take it anymore and is desperate. And that a benevolent God, in infinity divine mercy, allows good Pope Francis to understand the desperate situation of this woman, who is filled of a profound consternation and wants to die. How fine it would be if that good God, in infinite divine goodness, understood that a couple who had decided not to have more children, simply used the pill. And how good it would be if that good God, in infinite kindness, elicited the consciousness that a woman and a man enjoy the same equality and dignity».
«I cry inside –the commentator continues– at the huge number of tragic events that life gives us day after day. Facing this reality, would the Church be willing to proceed along a slippery path, but one leading towards a humanity totally embraced, animated by the Holy Spirit, that has no relation to the principles and moral philosophies that end up killing the love for the other? It is important to wait». Yes, filled with confidence, let us wait.
In fact, not a few ecclesiastic authorities, popes, cardinals, bishops and curates, with dignified exceptions, have lost, in great part, the good meaning of things; they forgot the image of the God of Jesus Christ, to whom He sweetly calls, Abba, my beloved Father. That God of His showed maternal dimensions when he waited for the son, led astray by vice, when he looked for the coin lost in the house, when he gathered us under his wings, as the hen gathers her chicks. His main characteristic is unconditional love and limitless mercy, because “He loves the ungrateful and the bad and lets the sun shine and the rain fall on the good and the bad”, as the Gospels tell us.
To Jesus, it is not enough to be good, as the faithful son who stayed in his father's house and followed all his commands. We must be compassionate and merciful with those who fall, and are lost on the way. Jesus criticized only the good son, who lacked compassion, and did not know how to welcome his brother who had been lost and was now returning home.
Pope Francis, talking to the bishops in Rio de Janeiro, urged them to embrace the «revolution of tenderness» and an unlimited capacity for understanding and mercy.
Surely many bishops and curates must be in crisis, when urged to confront the challenge of the «revolution of tenderness». They must radically change the style of relating to the people: not bureaucratic and cold, but warm, simple and filled with affection.
This was the style of good Pope John XXIII. A curious occurrence reveals how he understood doctrine, and the importance of cordial encounters with people. What is more important: love or the law? The dogmas or the cordial encounters?
Giuseppe Alberigo, a layman from Bologna, extremely erudite and committed to the renewal of the Church, was one of the primary historians of Vatican Council II (1962-1965). His great merit is having published a critical edition of all the official doctrinal texts of the popes and the councils from the beginning of Christianity: the Conciliorum Oecumenicorum Decreta. He himself relates in Il Corriere di Bologna that on June 16, 1967, he proudly went to Rome to solemnly present to Pope John XXIII this voluminous book. John XXIII gently took it in his hands, sat in the pontifical chair, carefully placed the volume on the floor, and put both feet on top of the famous book.
It was a symbolic act. It is good that there are doctrines and dogmas, but they exist to sustain the faith. Doctrines and dogmas exist neither to inhibit faith, nor to serve as an instrument of limitation or of condemnation.
How fine it would be if good Pope Francis did something like that, especially with reference to Canon Law and other official texts of the Magisterium that are of little help to the faithful. In first place is found faith, love, spiritual encounter and the creation of hope for a humanity stunned by so many deceptions and crises. Then come doctrines. Let's hope the good God, in infinite kindness, leads Pope Francis in this direction with courage and simplicity.
(For those who want to verify the foregoing, the reference source is: Alberto Melloni, introduction to the book, Ángelo Giuseppe Roncalli, Giovanni XXIII. Agende del Pontefice 1958-1963, Instituto per le Scienze Religiose, Bologna 1978, p. VII).
Leonardo Boff
09-15-2013
Free translation from the Spanish sent by
Melina Alfaro, alfaro_melina@yahoo.com.ar,
done at REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas, EE.UU.
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